Nacido en áfrica en el año 354, San Agustín ha sido calificado como el primer hombre moderno, en cuya obra el lector actual no se encuentra peregrino, por el contrario, siente palpitar el corazón de un hombre en todo semejante al suyo, agitado por los mismos anhelos y zozobras, las mismas ansias de verdad y de dicha, las mismas inquietudes y angustias.